Puerto de la paloma

El litoral Este del Uruguay es uno de los fuertes que tiene el país con respecto al Turismo, comenzando desde la Costa de Oro en donde se encuentra el departamento de Canelones, hasta la Costa Atlántica conformada por los balnearios que se encuentran en Maldonado y Rocha. El principal balneario no solo del país sino que de toda América del Sur es Punta del Este, pero no obstante hay otros tantos que suelen atraer a los turistas por su encanto. Entre ellos se encuentra La Paloma, uno de los principales balnearios del departamento de Rocha.

 Obviamente su atractivo principal son sus increíbles playas, las cuales se encuentran ya completamente inmersas en el océano presentando sus aguas un color azulado y verdoso y, algunas de ellas con oleajes fuertes. Pero además de las playas, en La Paloma se pueden realizar una gran cantidad de paseos y actividades para realizar tanto dentro como fuera de la ciudad. Por ejemplo, un paseo que no puede faltar en el itinerario de cualquier visitante, sobre todo en horas de la tarde cuando baja el sol, es ir a visitar el Puerto de La Paloma.

Hablando un poco de la historia del puerto, en el siglo XIX cuando comenzaron los procesos de colonización en el Uruguay, en la zona que hoy conocemos como La Paloma, se comenzó a experimentar un fuerte desarrollo en lo que respecta al transporte marítimo tanto para fines comerciales como para el transporte de pasajeros. La Paloma contaba con un puerto natural ubicado en el Cabo Santa María que era uno de los puntos clave para que las embarcaciones pudiesen atracar allí. El problema era que en el lugar existía una fuerte presencia de formaciones rocosas que sumado al hecho de que los vientos allí son muy fuertes y soplan en varias direcciones distintas, los naufragios se daban frecuentemente.

En el año 1874 se construyó el faro de La Paloma junto a dos muelles de madera que funcionaron sin problema hasta el año 1910 en el que se construye el puerto tal cual se encuentra actualmente. Es uno de los paseos más lindos para realizar, en especial para quienes les gustan las embarcaciones encontrándose atracadas allí desde pequeños botecitos de pesca hasta majestuosos yates de lujo que cuestan algún que otro millón de dólares.